¿Has sentido alguna vez miedo a perder el control y acabar cometiendo un acto horrible? Por ejemplo, ¿perder la cabeza y dañar a alguien o a hacer totalmente inmoral?
A estos miedos se les llama fobia de impulsión. Y como su nombre indica, es un tipo de fobia (miedo intenso e irracional), no un trastorno psicótico; forma parte de los síntomas relacionados con la ansiedad. En este caso, es un miedo a perder el control o a que sobrevenga un impulso incontenible. Forma parte pues de los trastornos de ansiedad. Y muchas personas pueden padecerlo de forma aislada. En el apartado de causas os hablo de factores predisponentes.
Quien padece o ha padecido fobia de impulsión, suele referir pensamientos intrusivos, es decir, involuntarios que aparecen de forma repentina y sin ser congruentes con nuestra escala de valores o moralidad elegida. Por esta razón, se suelen vivir de una forma muy incómoda y eso puede llevarnos a asustarnos y juzgarnos por ello. Y empezar a cuestionar si seríamos capaces de cometer “eso”. Entonces se va desarrollando miedo a estos pensamientos y se empiezan a evitar situaciones donde podrían llevarse a cabo.
Os pongo varios ejemplos típicos de fobias de impulsión:
- Miedo a hacerle daño a un ser querido
- Miedo a ser infiel sin realmente quererlo
- Miedo a atropellar a alguien sin darme cuenta
- Miedo a tener una tendencia sexual distinta
- Miedo a realizar un acto inmoral por tus valores
- Miedo a tirarme a las vías del tren o por un acantilado
- Miedo a perder el control en una reunión
- Miedo a ser capaz de agredir a alguien de repente
- Miedo a dar un volantazo con el coche
- Miedo a darle un golpe a mi bebé
Es un tipo de pensamiento recurrente muy frecuente. O al menos mucho más de lo que pensamos, ya que como no aprobamos estos pensamientos, raramente se cuentan. Pensamos que si lo contamos pensarán que estamos locos o que somos capaces de hacerlo. Por eso, aunque he buscado cifras de prevalencia, me ha sido difícil y además no mostrarán la realidad.
Por eso he querido hablar de ello hoy en el blog. Y os voy a contar el momento exacto en el que lo decidí… Fue durante una sesión de terapia con una paciente que lo padece [Un abrazo si me lees]. Ambas estuvimos de acuerdo en que es muy importante darle visibilidad, que todo el mundo conozca qué es la fobia de impulsión. Además, que ya solo eso, nos puede ayudar a disminuir el malestar que nos genera. Y entender que no es nada extraño ni que deba parecernos peligroso. De hecho, se trata solo de pensamientos. Pensamientos involuntarios, automáticos e inapropiados, violentos o inmorales. Pero pensar no es hacer. Los pensamientos no siempre podemos controlarnos. En situaciones de estrés, nuestra mente nos va a traer este tipo de pensamientos u otros relacionados con “lo peor que podría pensar”; pero es solo fruto del miedo y la necesidad de control. Si pensar que algo va a pasar incrementará las posibilidades de que sucediera, a todos nos habría tocado la lotería alguna vez 😉

CAUSAS Y FACTORES PREDISPONENTES
Este tipo de síntoma se encuadra dentro de los trastornos de ansiedad, en concreto está estrechamente vinculado con el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). También es común si padecemos trastorno de ansiedad generalizada (TAG), estrés post-traumático o trastornos depresivos. Pero, ojo, tener este síntoma de forma aislada no significa que padezcas un trastorno; todos podemos padecerlo de forma puntual. En personas con una personalidad más obsesiva por ejemplo, es muy común y padecerlo no implica que estés enfermo. [Igual que no necesitas tener un trastorno para poder tratar este o cualquier otro síntoma o dificultad que te produzca malestar.]
Padecer de fobia de impulsión es pues, mucho más común en personas con un alto sentido de la responsabilidad, tendencia a planificar y controlarlo todo y que además suelen estar constantemente preocupándose por las cosas. Además, es más frecuente en periodos de estrés y menos descanso. O cuando nos sentimos desbordados e inseguros.
De hecho, suele ir de la mano de una baja autoestima y si se mantiene en el tiempo, puede acarrerar aislamiento y sintomatología depresiva. Si no se habla de ello y va a más, la persona suele empezar a evitar situaciones e incluso a aislarse para evitar hacer daño o perder el control en público. De ahí que pueda ir unido a sintomas depresivos.
Pero aquí la gran pregunta es: Si todos estamos expuestos a tener pensamientos intrusivos de vez en cuando, ¿por qué algunas personas no acaban desarrollando fobia de impulsión y otras sí?
Básicamente la diferencia está en la interpretación que hacemos de los mismos. Y por ello, es más probable que en personas exigentes, controladoras e hiperresponsables se de más este síntoma. Porque claro, ellas se incomodan más y reaccionan tratando de buscar la causa y dándoles mucha importancia. En cambio, si no le das mayor importancia a estos pensamientos, se extinguirán por si solos. Pero claro, si tu te preocupas mucho por hacer las cosas bien y eres muy responsable será distinto. Cuando aparezcan pensamientos de este tipo, empezarás a darles vueltas y así a magnificar su importancia convirtiéndolos en una fobia de impulsión que te llevará a sufrir mucho. Lo curioso también, es que eso puede generar nuevos pensamientos obsesivos, algunos muy típicos: “me estoy volviendo loca/o porque pienso todo esto” o “¿Y si es que en realidad soy mala persona?”
Y claro, la persona tratará de controlar esos pensamientos. Y claro, para hacer eso, debes enfocarte en ellos, así que como he explicado, en realidad acaba fomentándolos aún más. Al no poder controlarlos, te sentirás culpable y ansiosa/o y eso fomentará aún más que no puedas dejar de pensar en eso.
Te puedes acabar fusionando tanto con ese pensamiento casi como si ya hubiera sucedido. No creer todo lo que pensamos, en este tipo de fobia se vuelve más necesario que nunca. Vigilemos con pensamientos como: “Si lo he pensado es porque soy capaz de hacerlo” porque es entrar en un bucle muy negativo que no tiene ninguna validez. De hecho, es más bien al contrario, si te causa este malestar es justamente porque no lo has pensado de forma voluntaria y eliges moralmente no hacerlo. Si quisieras hacerlo, no te perturbaría así.
Además, es que si nos lo creemos, podemos acabar desarrollando otras fobias que impliquen evitar lugares, personas, objetos… Por ejemplo, “tengo miedo a ser capaz de empujar a alguien a las vías del tren. Evito coger el tren. Me acaba dando pánico coger un tren. Y luego el autobús. Y empiezo a evitar salir a la calle. Y cada vez me siento más incapaz, aislada/o y triste.”
TRATAMIENTO… ¿QUÉ PUEDO EMPEZAR A HACER PARA MEJORAR?
Como en cualquier problemática, si tenemos claras las causas, es fácil poder entender hacia donde irá parte de la intervención terapéutica. Te voy a dejar varios puntos que son fundamentales. Según el psicólogo/a o profesional al que acudas tendrá un protocolo u otro, pero en todos es importante que se toquen los distintos puntos:
- No te asustes cuando aparezcan este tipo de pensamientos. Son solo pensamientos; además son frecuentes e involuntarios.
- Entiende que nuestra mente genera pensamientos de forma constante y todos ellos son creencias e hipótesis, que no verdades absolutas. Además, la mente buscará siempre lo “negativo” para mantenernos alerta a los peligros. Y por tanto, para protegernos.
- No te juzgues por tenerlos. Son pensamientos intrusivos y por tanto, no elegidos. Provienen del miedo, la hiperesponsabilidad y el estrés.
- Cuanto más trates de controlar estos pensamientos y a “prohibirte” pensarlos, más te obsesionarás con ellos, más aparecerán.
- Puede ayudarte identificar qué miedos subyacentes hay y qué valores te exiges cumplir con mucha rigidez.
- No evites las situaciones temidas (ej. tener cuchillos cerca por si fuera capaz de coger uno) estarás dándole credibilidad a ese pensamiento y por tanto incrementando la posibilidad de que suceda más veces. ¡¡De que suceda el pensamiento, no la acción!!
- Detecta qué aspectos de tu estilo de vida o forma de ser te vendría bien trabajar para no estar en este estado de preocupación y malestar que incluye tener y este tipo de pensamientos y valorarlos así.
- Tómate este síntoma como un aviso de que tu mente necesita bajar su nivel de activación, busca estrategias que te ayuden a sentirte en calma. Puedes hacer una meditación por ejemplo.
- Trabaja la seguridad en ti misma/o y no te pongas en duda por pensar en algo.
- Busca ayuda profesional si crees que te podría venir bien. Sobre todo si llevas ya tiempo, porque sola/o puede que te cueste. Pero también si es algo reciente, porque entonces seguramente será una terapia efectiva en menos tiempo.
- Pregúntate como estás en el momento de tenerlo, como te sientes emocionalmente. Seguramente si este pensamiento aparece en un momento de equilibrio, no te afectaría de la misma manera. Ten presente que te está afectando más por ese motivo y por la interpretación que estás haciendo de él.
- Gestiona tus emociones y luego vuelve a pensar en ello de forma voluntaria, verás como de diferente es.
- Atrévete a hablar de ello de una forma natural y con personas que sabes que son empáticas y con las que te sientes cómoda/o. Puedes compartirles este blog o cualquier otro para sentirte más segura/o al explicárselo.
- Podría irte bien hacer el siguiente ejercicio. Coge un papel y escribe al menos 30 veces ese pensamiento . Luego, rompe el papel. Hacerlo te ayudará a exponerte a ese pensamiento de forma controlada y a rechazarlo de forma simbólica para que a nuestra mente le sea más fácil dejarlo ir la próxima vez que aparezca.
- Recuerda que tus pensamientos no te definen. Y menos los que no eliges tener.
Deja una respuesta