Preocuparnos por algo que nos importa es normal y super adaptativo. Pero si pasas mucho tiempo preocupada/o, significa que tu sistema nervioso está sobreactivado y eso conlleva un grado de cansancio y malestar importante. También puede contribuir a sintomatología física y es algo sin duda, muy desgastante y desesperante. Por eso, hoy he querido traerte este breve artículo con algunas pautas que quizás te ayuden.
- El tiempo en que te preocupas por algo debe ser acotado. Recuérdate que no sirve de nada estar dando vueltas a algo. Si no te puedes ocupar de eso ahora, por mucho que pienses en ello no vas a poder cambiar nada. Las cosas se afrontar y cambiar con acciones, no con pensamientos.
- Piensa que estar preocupada/o es un estado emocional y que si no consigues calmar esas emociones, no vas a poder parar de pensar en aquello que te preocupa. Te puede ayudar anotar en un papel como te sientes, identificarlo, expresarlo y hacer algo para sentirte mejor. Quizás no puedas solucionar lo que te preocupa, pero seguro que encuentras estrategias que te ayuden a sentirte un poco más en calma. Desde esa calma siempre es más fácil buscar soluciones y en general, pensar con mayor claridad.
«Una mente en calma trae fuerza interior y confianza en uno mismo, por eso es muy importante para la buena salud»
Dalai lama
3. Entiende que tu mente te pone en lo peor para avisarte. Pero que realmente no sabes lo que va a ocurrir. Los pensamientos son solo pensamientos y no tienen porque ser ciertos. Agradece a tu mente que te lleve a pensar en aquello que es importante para ti. Pero dile también que no necesitas creer todo lo peor ni quedarte dando vueltas a algo que no depende de ti o en lo que ahora no puedes hacer nada.
4. Céntrate pues, en aquello que sí depende de ti. Haz que el tiempo invertido en pensar en eso sea productivo. Enfócate en buscar soluciones, piensa en acciones concretas y comprométete a llevarlas a cabo cuando puedas hacerlo. Coge papel y boli para anotarlas y así sentir que sacas algo de provecho de ese tiempo de rumiación. Además, escribir ayuda muchísimo a ordenar pensamientos y a parar los bucles rumiativos.
5. Se muy consciente de tus emociones y de tus recursos. Las emociones te indicarán qué necesitas y de qué formas (quizás no ideales) puedes ofrecértelo para que puedas afrontar aquello que te preocupa de una mejor forma. Contactar con tus recursos te ayudará a sentirte más capaz y por tanto también más segura/o y tranquila/o. Eso es fundamental para que tu mente se calme y la preocupación disminuya.

Piensa que esto son pautas generales y pueden no ser suficiente para ti. La preocupación excesiva puede ir ligada a traumas, tipo de personalidad, patologías, falta de recursos de gestión emocional, baja autoestima… Por todo ello, si sientes que eres una persona que te preocupas en exceso, no dejes porfa de consultar con un profesional. No tiene porque implicar hacer una terapia larga (o quizás sí, no puedo saberlo sin conocerte) pero sí que sería bueno que un psicólogo/a valorara tus circunstancias para darte pautas más concretas y adaptadas a tus propias causas.
Gracias por leerme; te recuerdo que cualquier duda la puedes dejarla aquí mismo en comentarios. Y no tiene porque ser duda, puede ser una reflexión o comentario 😉
Deja una respuesta