El otro día una persona me escribió y me dijo que podría estar bien que hablara de lo que implica realmente una terapia. Y es que, por lo que me contó, un familiar cercano se estaba planteando iniciar un proceso terapéutico, pero le daba “miedo, cosa, reparo…”. En definitiva, quería hacerlo, pero no se atrevía. Y me pareció muy buena idea poder aportar mi visión sobre qué implica realmente ir a terapia para despejar ciertas dudas.
Además, es que es algo que realmente yo me encuentro mucho en familiares de pacientes. Muchas veces al ver el cambio positivo de la persona que ha acudido a las sesiones (y más siendo una persona de confianza que le puede despejar dudas sobre la terapia), entonces es cuando se animan ellos a iniciar también un proceso. Así que sí, decidí que hablaría de ello y me pareció lo más adecuado hacerlo por escrito. Quería hacerlo de forma extensa pero yendo al grano, porque en un podcast seguro que hubiera divagado de más. Y quiero de verdad que este blog sirva para que las personas que están pensando en ir al psicólogo, si quieren ir, que vayan. Al menos, que no dejen de ir por miedo.
Antes de empezar con la parte práctica, dejo aquí tres matices:
- Hablo de psicólogos que ejercen con una buena praxis y desde la conceptualización que exige el código deontológico de la piscología. Como en cualquier profesión, por desgracia, no todos los profesionales son buenos. Si tienes la mala suerte de cruzarte con uno que no lo es, huye. Y a poder ser, denúncialo en el Colegio de Psicólogos de tu Comunidad.
- Puede haber ligeras variaciones según la orientación del psicólogo al que elijas ir, ya sea en cuanto a metodología, duración de la terapia, etc. Pero voy a hablar en líneas generales y basándome en mi forma de trabajar, pero también en la metodología más común y base de prácticamente todos los psicólogos. Al menos en España que es donde yo me he formado y ejerzo.
- Hablaré todo el rato de la figura del psicólogo porque esta web es de psicología, pero muchas cosas valdrían también para otros terapeutas, coachs… Y en cuanto al género voy variando pero en este blog lo dejaré en masculino para sistematizar y sabiendo que la intención es igualmente inclusiva para cualquier género.
Y ahora sí empiezo. Lo voy a hacer desde este punto hablándote directamente a ti. Porque entiendo que si sigues leyendo es porque te ocurre o te ha podido ocurrir en algún momento el tener dudas y ciertos temores en cuanto a iniciar terapia o no terapia.
También quiero recordarte que puedes preguntar sobre la formación o trayectoria del psicólogo que te atiende, estás en tu derecho de saber en manos de quien te pones. Te dejo también enlace a una entrada donde escribí ideas que pueden ayudarte a encontrar a un buen profesional adecuado a lo que tu necesitas.
En cuanto a si necesitas o no terapia, no voy a extenderme; pero lo peor que puede pasar es que lo necesites poco y en tres sesiones (por decir algo) esté resuelto. Pero si vas a las tres es porque te ha servido de algo cada una de ellas… así que insisto, si es un buen profesional tranquilo porque se trabajará lo que tu quieras. Lo que está claro es que si te planteas ir es que algo hay y por tanto, mal no te va a ir. Sin entrar mucho más… pero siempre es mejor tratar de forma fácil algo pequeño que esperar y que luego sea mucho más costoso en todos los sentidos.
Una terapia debe ser un espacio seguro de confianza en el que puedas ser tu mismo/a y en el que te sientas cómodo/a para hablar. Está claro que el primer día aparecerán nervios, puedes quedarte en blanco, sentirte algo incómodo, no saber de qué hablar… pero piensa que eso (iba a poner le pasa pero no, nos pasa) nos pasa a todas las personas la primera vez que vamos a un psicólogo. Pero un buen profesional ya cuenta con ello y sabrá gestionarlo y que sea mucho menos difícil de lo que crees. No importa si crees que te va a costar explicarte o hacerle entender ciertas cosas. Aunque eso pasara, si realmente no entiende algo, sabrá preguntártelo de distinta forma y hacértelo fácil, ya lo verás.
Por otro lado, ningún psicólogo tiene un poder mágico que le haga hacerte cambiar cosas que tu no quieras cambiar. Ni puede (ni debe) obligarte a tomar ninguna decisión. El objetivo o los objetivos de la terapia deben partir de ti, tu eres quien dirá “esto quiero trabajármelo, esto no”. Obviamente, si hay algo que está relacionado o que tu psicólogo considera necesario trabajar para llegar al cambio que tu necesites, te lo hará saber; pero nunca te presionará para hacerlo. Además, siempre tendrás la opción de decidir dejar la terapia en el punto que tu consideres.
La duración de la terapia no la podrás saber, pero sí que puedes ponerte tu un límite de tiempo o dinero y comentarlo con tu psicólogo para poder organizar la terapia en base a ello. Está claro que lo ideal es empezar y según avances ir decidiendo, pero si no estás dispuesto a invertir mucho, una vez pasadas las primeras sesiones podrás comentarlo tranquilamente con él y ver qué podéis hacer en ese tiempo.
Y ahí está el quid de la cuestión. Y es que debe haber una base de confianza con tu psicólogo para poder comentarle lo que necesites. Se que ahora sin conocerle es imposible de imaginar esto y por eso tienes cierto recelo y mil dudas. Pero te aseguro que la confianza va a aparecer si es el profesional adecuado para ti. Porque la base de una terapia es la confianza y cuando ella aparezca, todo lo que te pueda atemorizar ahora, ya no existirá. Porque cualquier duda o inseguridad sobre la terapia o sobre tu vida, la podrás comentar y resolver con él o ella.
Y es que ir a terapia es “solo” ir a un despacho en el que puedes hablar de lo que creas que te va a ayudar con alguien que va a hacerte las preguntas adecuadas sin juzgarte ni presionarte. Alguien que además conoce técnicas y te propondrá también ejercicios que te ayuden a conocerte o a valorar partes de ti que están un poco olvidadas o confundidas. Piensa que en España, un psicólogo sanitario para ejercer ha estudiado mínimo 6 años obligatorios y te diría además que si es un buen psicólogo que le gusta su trabajo habrá hecho también un montón de formaciones específicas más. Te digo esto porque ir a terapia no es ir a que te escuchen y te den consejos; eso ya lo hace un amigo y es igual o más necesario. Pero ir a terapia, es más bien ir a que te hagan las preguntas adecuadas para profundizar de una forma diferente. Y es también que te propongan ejercicios que te ayudarán a tomar consciencia y decidir afrontar lo que necesites de la mejor forma posible.
Para ir terminando, quería dar mi visión como persona que también ha ido a terapia. Y es que para mi como paciente la terapia es un lugar bonito, un lugar que elijo porque me apetece dedicarme un espacio para conocerme, para sanar mis heridas, para mejorar puntos de mí que a veces me incomodan. No voy por obligación ni porque hacerlo me haga ser mejor o peor. Voy porque me apetece, porque sé que me sienta bien, porque ir me ayuda. Voy a terapia por responsabilidad conmigo misma, porque se que sino mis relaciones también se ven afectadas, porque me apetece saber más de mí, porque lo que no lo conoces es imposible valorarlo o quererlo. Y en mi caso, también porque creo que es algo necesario hacer de forma periódica por mi trabajo. Además, a mi personalmente el hecho de hacer terapia me ayuda mucho también a entender los miedos de los pacientes, a poderme poner más en su lugar, a detectar cuando quieren contarme algo pero no se atreven, etc.
Pero a ti, que me están leyendo, decirte que si te planteas ir a terapia porque realmente crees que te va a sentar bien o porque conoces a personas que les va bien o porque hay cosas que tu sola/o te cuestan… no dejes de ir. De verdad, no te lo pienses, pruébalo. Pregunta y busca un buen profesional que de entrada y por su formación te de confianza y adelante. Además hay muchos psicólogos que ofrecen una primera toma de contacto gratuita que puede servirte para acabar de decidirte. Y es que, cualquier miedo que tengas, cuando estés delante de un buen profesional, se esfumará en cuestión de minutos.
No quiero que parezca que trato de convencerte, pero realmente pienso que hacer terapia es hacerte un regalo. No es signo de debilidad ni de locura, esos mitos por suerte ya quedaron atrás. Hacer terapia es ofrecerte un espacio para sentirte mejor contigo y con tu vida, para poder volcar, ordenar y sanar asuntos que todos tenemos. Que alguien decida no hacerlo no le convierte en mejor ni en más fuerte; más bien es que realmente no lo ha necesitado aún (y sí he puesto aún a consciencia). O es que decide conformarse estando mal seguramente por miedo al cambio o a la terapia. De ahí la necesidad de este post. [Matizo que hablo de quien no va porque no quiere, si es por una cuestión económica, en esta entrada ya dejé opciones para esos casos].
Y ya no voy a añadir nada más, espero que te haya ayudado leerme y que no haya sonado mucho a idealizar la terapia, porque la terapia también incluye sesiones de sacar malestar, de remover cosas. Pero lo bueno es que eso ocurre cuando estás preparado y de forma natural, por tanto no es algo que debas temer, ni es algo que pase sin que puedas evitarlo. La terapia es muchas cosas, pero mágica como tal no lo es, aunque a veces lo parece por las cosas tan bonitas que ocurren en ella.
Por supuesto, puedes compartirle este blog (discretamente ?) a quien sospeches que igual le viene bien leerlo. Gracias por recomendarme, leerme y aportar. Cualquier cosa, ya sabes, te leo en comentarios. Además, puedes aprovechar para preguntar, incluso de forma anónima, cualquier otra duda que te surja. Lo primero que quiero decirte es que un psicólogo jamás te obligará a hablar de algo que no quieras hablar. Eso sí, preguntas te hará muchísimas, pero tu debes saber que puedes contar hasta donde te sientas cómodo/a y le puedes decir que hay temas que no te apetece hablar mucho ese día o que tu tenías pensado hablar de otro tema que crees que necesitas hablar más. Obviamente, también debes dejarte guiar, pero siempre debe haber consenso. En cualquier caso, recuerda que el cliente o paciente eres tu y que no estás obligado a hablar de nada que no quieras.
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